- Abel dijo que “estaba poseído por el diablo” cuando cometió el asesinato de toda su familia, incluso a sus dos hijas pequeñas
AGENCIAS
TEXAS, EU
Poco después de las 18:30 horas, tiempo de Texas, las autoridades ejecutaron mediante una inyección letal al mexicano Abel Revill Ochoa, quien fue declarado culpable por el asesinato de su esposa, sus dos hijas pequeñas, uno de sus cuñados y su suegro en una casa de Dallas.
La ejecución se llevó a cabo en la prisión de Huntsville, cerca de Houston.
Estas fueron las últimas palabras de Abel antes de ser ejecutado: “Quiero pedir perdón a mi familia política por todo el dolor que causé”.
Tuvieron que pasar 18 años para que el mexicano que aterrorizó a la ciudad texana pagara su condena y fuera ejecutado.
Durante su juicio, el mexicano argumentó que ‘estaba poseído por el diablo’ y no pudo evitar cometer el crimen.
Historia de
la masacre
Era el 4 de agosto del año 2002 cuando Abel Revill Ochoa asesinó brutalmente a su esposa Cecilia, a sus dos hijas de 7 y 9 meses, a uno de sus cuñados y a su suegro, dentro de una casa en la ciudad de Dallas, en Texas.
Abel era adicto y ese día le había pedido dinero a su esposa para comprar crack. Cuando se terminó la dosis estaba completamente de sus cabales, se dirigió a su habitación donde guardaba una pistola y comenzó a dispararle a su familia.
Una de sus hijas, la de 7 años, intentó escapar, pero el hombre le disparó antes.
Alma, la única
sobreviviente
Alma era una de las cuñadas y, pese a recibir un disparo de Abel, logró sobrevivir y contar a las autoridades.
Luego de una hora de la masacre, Abel fue detenido por las autoridades cuando intentaba sacar dinero de la cuenta bancaria de su esposa.
Luego de varios años esperando juicio, en el 2004 un tribunal lo condenó a la pena de muerte por inyección letal.