SERGIO OCAMPO ARISTA / LA JORNADA
TLAPA, GRO.
Cientos de indígenas de la Montaña Alta de Guerrero dejan sus comunidades y se trasladan a Baja California, Sinaloa (ubicados entre los primeros lugares en número de contagios y defunciones por Covid-19), Zacatecas y Michoacán, en busca del sustento para sus familias.
Son parte de alrededor de 30 mil pobladores que abandonan cada año sus pueblos; la mitad se dirige a los campos agrícolas del norte y el Bajío, y la otra, a Estados Unidos, principalmente a Nueva York.
En una primera etapa, de septiembre a enero, entre 6 mil y 7 mil jornaleros se marchan a los campos de cultivo y un segundo éxodo ocurre a partir de mayo.
El día primero de este mes se inició la migración indígena previa al pico de la pandemia de Covid-19 en el país; desde entonces han partido 2 mil 700 pobladores; apenas el sábado salieron cuatro camiones con 150 jornaleros.
En entrevista, Miguel Martínez Peralta, representante del Consejo de Jornaleros Agrícolas del Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, refiere que los guerrerenses que salieron el sábado se dirigen a los campos agrícolas de Zacatecas, Michoacán, Nayarit, Jalisco, Guanajuato, Querétaro, Baja California y Baja California Sur. Martes, jueves y sábado parten los camiones al norte del país, apunta.
Reprocha que no hay atención adecuada de la Secretaría de Salud del estado para este sector de la población. No hubo médicos toda la semana. Apenas llegó uno para la guardia de sábado y domingo, y dio pláticas a los jornaleros que se iban.
El número de migrantes se incrementará: sólo de septiembre del año pasado a enero casi 7 mil jornaleros salieron a otras entidades. Hubo apoyo del gobernador Héctor Astudillo Flores, que mandó 5 mil despensas; esperamos que alcancen hasta agosto.
Paulino Rodríguez Reyes, responsable de atención a jornaleros agrícolas y migrantes de Tlachinollan, coincide con el Consejo de Jornaleros Agrícolas de la Montaña, pero reconoce que hay un sector importante de indígenas que se van por su cuenta, calculamos que serían cerca de 8 mil.
En tanto, el médico Alejandro Morales Ibarra, responsable del sector salud en el módulo de atención a los trabajadores del campo, destaca: Es un año atípico. Aumentó 50 por ciento el movimiento migratorio, a diferencia de otros años; en marzo se incrementó con jóvenes de 14 a 20 años, que estudian secundaria y bachillerato; al suspenderse las clases lo tomaron como una oportunidad para ganar dinero en Michoacán. Al menos yo registré casi 100 muchachos. La pandemia del coronavirus hizo que se incrementara al doble la migración de jóvenes.
El director de Tlachinollan, Abel Barrera Hernández, plantea que la Secretaría del Trabajo atienda a los jornaleros que viajan a otros estados y a los que retornan a sus pueblos , así como obligar a los empresarios a que hagan lo propio y que a su llegada a los municipios los alcaldes los atiendan. No se le puede dejar todo a la Secretaría de Salud.
Es como si fuera la temporada alta de la migración: “la gente no tiene en su plan de vida sembrar, porque estos meses son para preparar la tierra, esperar el abono y sembrar en junio, pero ya dejaron las milpas y subieron al autobús, porque ya se percataron de que sembrando no van a subsistir este año.
Aquí en Tlapa el bulto del maíz está a 200 pesos y en la Montaña a 400. No hay trabajo, ni siquiera para contratarte por 100 pesos.
Delfino Basurto de los Santos, indígena tlapaneco, delegado de la colonia Villa de Guadalupe-San Pedro Acatlán, municipio de Tlapa de Comonfort, relata que cuando se fue a Villa Unión, Isla de los Bosques, Sinaloa, con mi chavo, mi esposa y mi carnal. Pagamos cada uno más de 900 pesos de pasaje. Allá no sale (se gana) nada. La cubeta de chile o tomate (recolectados) se paga a 3.50 pesos. No se le gana nada porque hay un chingo de gente; llegan a veces hasta siete camiones con 22 personas cada uno. Uno llena 14 cubetas al día. Pagamos un cuarto por el que nos cobran 3 mil 500 pesos al mes. En el pueblo somos 187 personas. Unas acaban de llegar de Sinaloa y otras apenas se van. Casi nunca hay alguien en el pueblo.
_¿Ha cambiado la situación con la llegada del presidente Andrés Manuel López Obrador?
_No. Aquí todo sigue igual. Ni becas para los niños ni programas para adultos mayores, no hay nada, sigue la pobreza. Por eso nos vamos de jornaleros a Sinaloa o Michoacán, aunque ahí se tiene que rentar un cuarto.
Rodríguez Reyes habla de la migración de la Montaña Alta a Estados Unidos. Calculamos que son alrededor de 15 mil indígenas migrantes trasfronterizos. En mi pueblo, San Pedro de la Laguna, municipio de Alcozauca, de los mil habitantes unos 250 están del otro lado de la frontera.
Barrera Hernández comenta: El dinero que llegaba de Estados Unidos eran remesas de 360 dólares, entre 7 mil y 8 mil pesos al mes, que les servían para pagar un peón, limpiar el terreno, comprar herramientas, completar para el fertilizante, comprar medicinas, dar a los niños para el recreo, pero ahora no habrá ese dinero.
El presidente López Obrador dice que no hay familia que no sea beneficiaria de algún subsidio, pero es un programa de mil 500 o 2 mil pesos, que no resuelve nada. Antes, con Prospera, recibías 800 pesos por hijo. Hoy no recibes más de 600, incluidos todos los hijos.
Termina: Con la pandemia (hemos pedido) un programa especial de granos básicos para no generar hambruna en la Montaña, porque la gente ya no le está apostando a la siembra del maíz, que puede llevar a conflictos sociales en las comunidades.