* Recorren mil 384.449 millas náuticas que separan a San Buenaventura, Colombia, de Puerto Escondido, Oaxaca
ÓSCAR RODRÍGUEZ
JORGE MARTÍNEZ
MILENIO/CDMX
El decomiso de 1.6 toneladas de cocaína que iba a Tepito y después a Los Ángeles dejó al descubierto una supervía en el Pacífico que sigue la droga desde Colombia y que utiliza lanchas, sumergibles y hasta submarinos para movilizar los cargamentos a las costas de Oaxaca, pasando por la Ciudad de México con destino final a California.
Recorren mil 384.449 millas náuticas que separan a San Buenaventura, Colombia de Puerto Escondido, Oaxaca, una de las rutas más utilizadas por los narcotraficantes colombianos para enviar droga a México y de ahí a Estados Unidos.
Esas embarcaciones pequeñas son prácticamente desechables para los traficantes, la Marina y la Guardia Nacional han informado en este año del hallazgo de dos embarcaciones que transportaban a las costas oaxaqueñas 1.3 toneladas de cocaína, así como un submarino vacío.
San Buenaventura en Colombia, es una zona repleta de manglares, que por su conexión con el Océano Pacífico facilita la salida de los narcosubmarinos rumbo a México, donde durante años, las autoridades han asegurado decenas de talleres de construcción de semi-sumergibles.
De acuerdo con reportes oficiales de la Marina de Colombia, el tráfico de drogas vía marítima se da por al menos dos puntos: el primero inicia en Buenaventura, en el río Yurumangui, el segundo en Nariño, por Cocal Jiménez, Tumaco y el Parque Natural Sanguianga.
Para transportar la cocaína, los delincuentes emplean lanchas rápidas que miden 3.5 metros de ancho por 20 o 25 metros de largo, con capacidad para una decena de ladrillos, mientras que los narcosubmarinos miden alrededor de 14 metros de largo.
El sumergible se divide en cabina, zona de carga y zona del motor; pueden transportar hasta 300 kilogramos de cocaína. Alcanzan velocidades de hasta 18 kilómetros por hora.
Cuentan con navegación GPS, pueden sumergirse entre 10 y 15 minutos para evadir la presencia de guardacostas, y son construidos en plástico reforzado y fibra de vidrio.
Pero también existen sumergibles que pueden permanecer durante horas bajo el agua para no ser detectados. Están confeccionados con metal y fibra de vidrio y tienen capacidad para transportar a cinco tripulantes y hasta media tonelada de droga.
En Oaxaca, las fuentes federales revelan que la droga arriba por las madrugadas a diversos puntos del litoral entre el puerto de Salina Cruz a Huatulco en una primera ruta; otra más, por la zona costera cercana en San Francisco Ixhuatán por el Golfo de Tehuantepec y una tercera ruta de Puerto Escondido a Pinotepa Nacional, donde la Fiscalía General de la República (FGR) y la Fiscalía General de Oaxaca (FGE) tiene identificado a 24 células criminales involucradas en las operaciones ilícitas de trasiego.
La droga también es arrojada en ocasiones por aire por aeronaves, que es recuperada por lancha motor fuera de borda o embarcaciones de pescadores furtivos que tienen redes extendidas en los lugares.
También se ha establecido la utilización de pistas clandestinas, en la zona del Istmo de Tehuantepec, en poblaciones como San Francisco, Santa María del Mar y la playa de Cachimbo, en los límites con Chiapas.
De acuerdo con reportes de la Secretaría de Marina, a los cuales Milenio tuvo acceso vía solicitud de transparencia, del 2018 a la fecha se han detectado tres narcosubmarinos: dos en Oaxaca, uno en Salina Cruz y otro en Huatulco y el otro en Chiapas, en Puerto Chiapas.
Rutas terrestres
En menos de 10 días la droga es desembarcada en costas mexicanas, para después ser transportada al centro del país a través de dos rutas: la primera inicia en Oaxaca, siguiendo Veracruz, Xalapa, Puebla, Tlaxcala y Estado de México hasta llegar a la CdMx, un camino de al menos 15 horas por carretera.
La segunda ruta cruza la capital de Oaxaca, para dirigirse a Tehuacán, Puebla, Estado de México y Ciudad de México; un trayecto de 700 kilómetros en 12 horas.
Una vez en Ciudad de México, la droga es enviada a la frontera norte. Si el destino es Tijuana, el cargamento pasa por Querétaro, Guanajuato y Aguascalientes, hasta llegar a Zacatecas, en donde atraviesa Fresnillo, la ciudad más violenta del país por las pugnas entre los cárteles de Sinaloa y Jalisco.
El siguiente destino es Durango -ya dentro del triángulo dorado- le sigue Coahuila, Chihuahua, pasando por Nuevo Casas Grandes, para finalmente arribar a Sonora, en específico Agua Prieta. La mayor parte del trayecto son territorios dominados por el Cártel de Sinaloa.
Ya en Estados Unidos recorre Arizona, a través de las ciudades de Tucson y Phoenix, hasta llegar a San Bernardino, California y finalmente a la Costa Sur.
Drogas y migrantes
En los últimos seis meses se cuenta con el registro oficial del pasado 9 de junio en una playa de la zona del Istmo de Tehuantepec, del submarino de acrílico y fibra de vidrio vacío, en donde presuntamente se transportó cocaína a las costas que fue descubierto por lugareños que avisaron a las fuerzas de seguridad locales.
Un segundo caso se reportó el 15 de junio, por parte de la Octava Región Naval de la Secretaría de Marina (Semar), que notificó del aseguramiento de dos embarcaciones que transportaban mil 347 kilogramos de cocaína, aproximadamente a 250 kilómetros al Oeste de Huatulco.
El decomiso se realizó cuando personal de la armada, patrullaba el litoral y detectó dos embarcaciones que estaban en seguimiento y sus tripulantes al notar que habían sido identificados, se dirigieron a la Laguna de Chacahua.
En este lugar, los individuos iniciaron la descarga de material y personal a un vehículo con redilas; sin embargo, posteriormente arribó un helicóptero de la Armada de México, lo que provocó que los implicados se dieran a la fuga.
Un estudio del Centro Internacional Marítimo de Investigaciones del Crimen Organizado y de la Semar establecen que con lanchas rápidas, yates, veleros y submarinos, los cárteles de la droga trasladan estupefacientes provenientes de Centro y Sudamérica hacia México, para su trasiego a Estados Unidos.
De acuerdo con el documento la mayor parte del tráfico de cocaína registrado entre 2016 y 2022 ocurrió a lo largo de rutas bien conocidas que tienen como punto de partida Colombia.
La primera y más conocida es la que recorre la costa del Pacífico hasta México a menudo en barcos o en semisumergible -la mayoría de fabricación casera- para después ser contrabandeado a Estados Unidos.
El mismo informe afirma que organizaciones criminales internacionales emplean distintas rutas marítimas para el trasiego de cocaína, mariguana, cristal, fentanilo y heroína, desde Costa Rica, El Salvador, Perú, Ecuador y Colombia.
De acuerdo con información de la Marina, se tiene conocimiento que las lanchas tipo ‘go fast’ vendrían desde Ecuador, Guatemala y/o Colombia, en lo que han llamado la ruta Pacífico-Sureste; serían financiadas en territorio nacional por organizaciones delictivas como el Cártel de Sinaloa y el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG); y desde Centro y Sudamérica por organizaciones como El Clan del Golfo, que ha logrado desplegar toda una red marítima.
También migrantes
El 27 de junio las fuerzas estatales, federales y la Marina aseguraron a un grupo de migrantes que se trasladaban en una lancha en inmediaciones de Juchitán de Zaragoza, en la zona del Istmo de Tehuantepec.
La Guardia Costera de la Décimo Segunda Zona Naval detectó la presencia de dos embarcaciones clandestinas donde trasladaban a 20 personas de origen hondureño, nicaragüense y cubano y tras activarse el operativo se identificó que los tripulantes eran de origen centroamericano y buscaban desembarcar cerca de la playa Vicente, en Juchitán.
El 3 de julio, se notificó del hallazgo de tres migrantes, -dos hombres y una mujer- que naufragaron y cuyos cadáveres fueron encontrados en dos playas del Istmo de Tehuantepec.