*“Ya nos invadieron los colombianos”, dijo el obispo emérito
SAMUEL MENDOZA
AHORA GUERRERO
El obispo emérito de la diócesis Chilpancingo-Chilapa, Salvador Rangel Mendoza aseguró que en Guerrero está de moda la siembra de la planta de cocaína “ya nos invadieron los colombianos”.
El prelado católico asistió esta tarde a la toma de posesión canónica del presbítero Benito Cuenca Mayo como párroco y rector de la Catedral de la Asunción, en Chilpancingo.
Abordado al término del acto religioso, Rangel Mendoza se refirió al arresto de Ovidio Guzmán por parte de fuerzas federales y a la inseguridad que se vive en Guerrero.
Sobre la detención del hijo de Joaquín Loaera “El Chapo Guzmán”, consideró que en Guerrero no habrá repercusiones porque aquí “no han agarrado al hijo de nadie”, sin embargo, no descartó que grupos delictivos que se dicen filiales al Cartel de Sinaloa, aprovechen el momento para “hacer su desorden”.
Agregó que espera que esta vez se aplique la ley y que el presidente de México no libere al narcotraficante, como sucedió en 2019 cuando fuerzas federales liberaron a Ovidio Guzmán por órdenes de López Obrador.
Sobre si en Guerrero debe detenerse también a líderes del narco, dijo que la ley se debe aplicar a todos, pero que no se puede pedir eso cuando los políticos son los primeros que quebrantan la ley.
Sobre la violencia en el Estado, que en los primeros días del año ha dejado más de 15 asesinatos, el religioso dijo que las autoridades de los tres ordenes de gobierno han sido “blandos” con los grupos delictivos, quienes se han aprovechado de la política “abrazos no balazos” para cometer los crímenes.
“Detrás de todo esto (violencia) hay ciertos arreglos, ciertas componendas por lo que no se les toca a estos señores. Siempre lo he dicho: saben quiénes son y saben dónde están”.
Rangel Mendoza reiteró que desde la administración de Héctor Astudillo los gobiernos estatal y municipal hicieron un pacto con un grupo delictivo que opera en Chilpancingo, que hasta la fecha se ha mantenido.
“Yo los conozco, sé dónde viven, y sé cómo se llaman, ni modo que ellos con todo su cuerpo de inteligencia no lo sepan”.
Por último, mencionó que en Guerrero está de moda sembrar plantas de cocaína por parte de colombianos, situación que consideró no sabe hasta donde vaya a parar, pues esto se suma al abaratamiento de la goma de opio y la entrada de la droga conocida como fentanilo.