*En agosto pasado Karla Fernanda, de 18 años, asesinó a su madre y a su tío. El hecho provocó indignación pública
*Luego se conoció su historia: había sufrido desde niña violencia física y sexual, padece un severo daño psicológico y tiene una edad mental de ocho años
*Por ese motivo califica como inimputable. Sin embargo, una juez consideró que debe seguir el proceso ordinario de un juicio penal por feminicidio y homicidio calificado, cuya pena es de 120 años de prisión
SARA PANTOJA
REVISTA PROCESO
El destino de Karla Fernanda “N”, la joven de 18 años que asesinó a su madre y a su tío en agosto pasado en un departamento en la alcaldía Álvaro Obregón, está en vilo, pues aunque por su condición mental ya fue declarada inimputable –es decir, que no puede ser condenada a prisión–, una juez de la Ciudad de México dice que “no hay un procedimiento claro” que se pueda aplicar en su caso, por lo que podría ser sometida a un juicio penal y sentenciada a 120 años de cárcel.
Peor aún, asegura Héctor Pérez, abogado de la joven, la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México (FGJCDMX) insiste en acusarla de los delitos de feminicidio y homicidio calificado para que sea juzgada y sentenciada a la pena máxima. Eso, critica, es “criminalizarla” y habla de “un alto grado de insensibilidad de la Fiscalía que dirige Ernestina Godoy”.
El caso de Karla Fernanda acaparó la atención e indignación pública en la CDMX y el país el 12 de agosto de 2022, cuando la prensa difundió que policías de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) descubrieron el doble crimen y la hallaron a ella con sus dos perros –una pitbull y un criollo– en el mismo sitio, aun con manchas de sangre. Así habrían pasado tres días, conviviendo con la muerte.
Al pasar los días, se conocieron detalles de la historia de maltrato y violencia física y sexual que padeció desde niña, de las cuales la autoridad sabía, pero no tomó medidas preventivas, y que ahora la tienen en el encierro, con tratamiento psiquiátrico y una edad mental de ocho años que no le da para comprender la magnitud de lo que hizo.
El doble
crimen
Los primeros reportes policiacos indicaron que, al menos tres días antes del descubrimiento del crimen –la noche del 11 de agosto–, los vecinos del departamento 301 del edificio ubicado en Periférico Sur 1467, colonia Alfonso XIII, escucharon gritos y golpes al interior, pero no les parecieron raros pues cotidianamente sucedían. Sin embargo, esa última vez, el olor fétido que salía del departamento los puso en alerta; por eso llamaron a la policía y ahí se descubrió el horror.
Según la acusación que hizo el Ministerio Público el pasado 31 de enero –de la cual Proceso tiene copia–, entre la noche del 7 y el 8 de agosto Karla, su madre Paola Georgina y su tío Juan Carlos, quien padecía una discapacidad, tuvieron una discusión. Entonces, la joven los golpeó con “un objeto duro” –al parecer un tolete–, y los lesionó con “algún objeto con filo”. Era un cuchillo. Por los golpes y la pérdida de sangre, ella murió entre el 8 y el 9, y él dos días después por las heridas en las venas de ambos brazos.
De acuerdo con esa versión, alrededor de las 19:30 horas del día 11, cuando llegó la policía, Juan Carlos aún estaba vivo y alcanzó a decirle a la uniformada Nuzhet Hurtado que Karla “los había lesionado y que a él lo había herido por tratar de defender a su hermana Paola”. De inmediato, la joven fue detenida y sus perros, Luna y Odi, quedaron a cargo de la Brigada de Vigilancia de la SSC.
Cinco meses después, aunque peritajes especializados determinaron que Karla tiene enfermedades que la hacen “inimputable”, el Ministerio Público pidió al juez que sea juzgada y condenada por los delitos de feminicidio y homicidio calificado con “la pena de prisión correspondiente a un grado de culpabilidad máximo que para este delito se prevé, por lo cual se solicita se le imponga una pena de 120 años de prisión”.
(Fragmento del reportaje publicado en la edición 2415 de la revista Proceso)