*Los bajos niveles de las presas del sistema Lerma-Cutzamala, que surten a agua casi la mitad del Valle de México, serán aliviadas por “siembra de nubes”, un proceso de geoingeniería que será llevado a cabo por la Secretaría de la Defensa y que puede no ser la mejor respuesta a esta sequía
ARTURO CONTRERAS CAMERO
PIE DE PÁGINA/CDMX
Con la sombra de la sequía que azotó Monterrey el año pasado, en la Ciudad de México, sus habitantes y su gobierno empiezan a tomar medidas para afrontar un estiaje que, dicen algunos, será histórico. Ante tal amenaza, el gobierno Federal anunció que llevará a cabo un programa de siembra de nubes a lo largo del sistema Lerma-Cutzamala, para que sus presas puedan llenarse y surtir a la ciudad.
Según anunció el secretario de la Defensa, Luis Crescencio Sandoval,se llevará a cabo un plan para hacer llover en la capital del país mediante el bombardeo de nubes. Adelantó que el plan se está coordinando con la Comisión Nacional del Agua para realizar la maniobra de bombardeo durante marzo, abril y mayo para que las presas del Cutzamala puedan recargarse.
En la urbe, la noticia suena coherente para muchos, que no asoman los riesgos que semejantes acciones puedan esconder.
Intervenir el planeta para corregir nuestros errores
“Lo más preocupante es que esté ganando terreno la idea de que podemos intervenir el sistema planetario para corregir los síntomas de lo que nosotros hemos creado. Ese es el principio de la Geoingeniería”, comenta al respecto Dolores Rojas, coordinadora del eje verde de la Fundación Heinrich Böll, que promueve la ecología, la sustentabilidad, la democracia, la autodeterminación y la justicia.
La Geoingeniería reúne un compendio de técnicas que han ido ganado popularidad entre los grupos más poderosos del mundo. Es un método para mitigar e incluso controlar la Emergencia Climática. Se tratan de acciones a escala global o regional que usan tecnología de punta para diseminar algas que absorban CO2, sembrar nubes o, incluso, tapar la luz del sol con nubes volcánicas.
“Se entiende que en este momento, cuando te dicen que las presas están en un mínimo histórico, quieras hacer lo que se pueda, claro porque es la preocupación de la gente. Pero esta medida es solo un remiendo, es querer remedar al planeta, de algo que causamos los seres humanos”, comenta Dolores Rojas.
“Podemos empezar con eso y seguir con lanzar sulfato al cielo para reflejar los rayos solares, o lo de sembrar plancton para absorber el exceso de CO2. Basta empezar. Me parece que el riesgo es ese. Pensar que siempre van a haber tecnologías para salvarnos”.
Detrás de esta discusión, queda pendiente atender los temas que han llevado a la sequía que enfrentamos, que van desde la tala clandestina a la siembra semindustrializada de aguacate y pasa por nuestros hábitos de consumo diarios.
Un sueño viejo
Desde tiempos antiguos, las prácticas para hacer llover han variado entre diferentes sociedades; desde hacer danzas, lanzar doncellas a cenotes, sacar santos en procesión, ninguna había probado ser tan efectiva como lanzar litros de yoduro de plata para apurar la precipitación.
Hoy, la Organización Meteorológica Mundial señala que la siembra de nubes produce resultados positivos en muchos casos, pero que depende de muchos factores como la especificidad de las nubes, la velocidad y dirección del viento y el terreno. A pesar de ello, la Sedena ha invertido 35 millones de pesos de presupuesto y cuatro aviones que han bombardeado los cielos de Sonora, Sinaloa, Chihuahua y Coahuila, según reporta el diario El País.
Por ejemplo, el pasado 14 de abril, el gobernador de Nuevo León, Samuel García, anunció con gusto el plan de bombardeo de nubes en Nuevo León para mitigar un incendio en la sierra de Santiago y aliviar la falta de agua en la región.
«Estamos diciendo: vamos a sembrar o bombardear nubes para provocar lluvia, pero ¿qué impactos se pueden tener? De eso no han hablado y no lo sabemos, hay poca información pero no se está comunicando, igual no tiene efectos secundarios más que la lluvia, pero si pensamos que no tiene consecuencias, es ignorar lo que hemos aprendido después de mucho tiempo, que es que todos estos sistemas naturales están interconectados», sentencia Dolores Rojas.