Hija de taxista calcinado exige la entrega del cadáver de su papá

* La FGE le dice que las pruebas de ADN pueden tardar hasta tres meses

REDACCIÓN/SNI
CHILPANCINGO, GRO.

Samara Mendoza, hija de Javier Mendoza, taxista asesinado en la escalada violenta del sábado 8 de julio, exigió a la Fiscalía General del Estado (FGE) y al Servicio Médico Forense (Semefo) no retrasar las pruebas de ADN y liberar ya el cadáver de su progenitor.

El pasado 8 de julio, a las tres de la tarde Javier Mendoza comenzó su jornada laboral manejando el taxi marcado con el número económico 403, su turno terminaba a las 10:30 de la noche, sin embargo, no llegó a su casa ubicada en la colonia Lomas de Ocotepec, al poniente de Chilpancingo.

Su familia se quedó esperándolo para cenar.

Samara Mendoza junto a su hijo de 7 años y su mamá, tenían la esperanza de que regresará, ya que no tenían ningún dato certero de su desaparición, solo se enteraron por medio de las redes sociales que el taxi 403 había sido incendiado, pero de su papá no sabían que suerte había corrido.

Al siguiente día acudió a la Fiscalía General del Estado (FGE) para denunciar la desaparición de su papá, de 60 años.

Entonces le dijeron que al interior del taxi fue encontrado un cuerpo calcinado, «fue ahí cuando todo se me vino abajo, pues teníamos la esperanza de que regresará como todos los días».

Sin embargo, las autoridades no le entregarán el cuerpo hasta que culminen las pruebas de ADN, pero le han dicho que eso será hasta dentro de 15 días o tres meses.

Samara recriminó a la alcaldesa de Chilpancingo Norma Otilia Hernández Martínez por declarar públicamente que ha apoyado a las familias de las víctimas, ya que hasta el momento no han tenido acercamiento con ella, para ofrecerles el acompañamiento correspondiente.

«No hemos recibido nada de ella, no queremos dinero», aclaró.

Recriminó que tanto la presidenta como las autoridades minimicen la violencia que prevalece en la ciudad, «nadie por parte de ella se ha acercado a preguntar si necesitamos algo, ni del estado, ni del gremio de transportistas, y sí ese es mi descontento como es posible que en redes sociales están diciendo que están en acompañamiento con los familiares como puede minimizar la situación hay familias afectadas».

Samara tiene 25 años, cuando ella nació su padre ya ejercía el oficio de taxista, aseguró que era un hombre comprometido que le gustaba su trabajo y no quedaba mal con los permisionarios que lo contrataban para trabajar el taxi.

Su mamá una señora mayor de edad, su hijo de 7 años y ella están devastadas, tenían planes que hacer en familia.

Esos planes quedaron sepultados tras la escalada violenta del 8 de julio, cuando el miedo paralizó completamente a la capital de Guerrero.