* Los grupos criminales se expresan electoralmente a través de PRI y PRD. “Los tejidos comunitarios están dañados”, advierte Abel Barrera
TÉMORIS GRECKO
MILENIO/CDMX
La ofensiva sobre Chilpancingo del 10 y 11 de julio, emprendida por la organización criminal de los hermanos Ortega Jiménez, ‘Los Ardillos’, no solo ha molestado a su rival declarado del momento, el grupo de ‘Los Tlacos’, sino que ha provocado la protesta y el anuncio de represalias por parte de su enemiga tradicional, la banda de ‘Los Rojos’, con su asociada autodenominada Cártel del Sur.
El XXVIII Informe de Actividades del Centro de Derechos Humanos Tlachinollan revela que la zona de la capital del Estado “se encuentra en disputa por tres organizaciones delincuenciales que han incursionado en giros comerciales como la venta de pollo y de ganado vacuno”.
Estos grupos, sin embargo, no son sólo criminales, sino que han desarrollado extensas bases sociales que ‘Los Rojos’ y ‘Los Ardillos’ han podido convertir en poder político-electoral, a través del PRI y del PRD, respectivamente.
Con eso, han podido asegurarse el control de presidencias municipales y diputaciones (como la de Bernardo Ortega Jiménez, de ‘Los Ardillos’), pero no sólo eso: el dos veces exalcalde de Chilpancingo, Mario Moreno Arcos, la figura más prominente del PRI de Guerrero y candidato de su partido y del PRD a gobernador en 2021, ha sido reiteradamente acusado de pertenecer a la banda de ‘Los Rojos’.
La irrupción de Andrés Manuel López Obrador y su partido Morena, en 2018, transformó el panorama político guerrerense, arrinconando a los cacicazgos político-criminales tradicionales y, eventualmente, forzándolos a aliarse.
Sólo así, el PRI y el PRD lograron retener algunos de sus bastiones, con candidatos patrocinados por ‘Los Rojos’ y ‘Los Ardillos’.
Pero esto no ha significado que estas bandas entierren sus rencillas y, tras periodos de tregua, han continuado sus enfrentamientos, con una reveladora sincronía: están atrapando en una pinza a los gobiernos municipal y estatal encabezados por Morena.
La ofensiva sobre Chilpancingo fue justificada por ‘Los Ardillos’ como represalia por el supuesto incumplimiento de compromisos por la alcaldesa morenista de Chilpancingo, Norma Otilia Hernández.
Y la venganza anunciada por ‘Los Rojos’ y el Cártel del Sur está explicada en los mismos términos, en un comunicado que está circulando en el estado, supuestamente firmado por ellos: “Van a conocer nuestra fuerza” en la capital y “pagarán inocentes”. Esto supuestamente porque la gobernadora morenista Evelyn Salgado no hace valer un acuerdo en el que “habíamos quedado que la plaza de Chilpancingo es para nuestro grupo y la zona de (Circuito) Río Azul sería para ‘Los Ardillos’”.
Apoyen
al PRI
La hegemonía política del PRI y el PRD en Guerrero quedó destrozada en las elecciones de 2018: López Obrador obtuvo un millón de votos frente a 940 mil de Ricardo Anaya (postulado por PRD, PAN y MC) y 380 mil de José Antonio Meade (de PRI y PVEM).
A nivel local, de 28 distritos, el PRI conservó 5 y el PRD, 3.
En 2021, esta vez aliados y ante una candidatura morenista debilitada, PRI y PRD también perdieron el estado pero por poco, con 643 mil votos de Evelyn Salgado contra 580 mil de Mario Moreno Arcos. Y aumentaron su tajada conjunta de 8 a 12 distritos.
De de esta cosecha, nueve distritos están en dos regiones: la Centro, con presencia predominante de ‘Los Rojos’ y ‘Los Ardillos’; y la Norte, donde la banda de Los Rojos compite con Guerreros Unidos y Familia Michoacana, según un informe confidencial de junio de 2020, de la Secretaría de la Defensa Nacional, extraído en el hackeo conocido como Guacamaya Leaks.
Además de la concentración del voto de ambos partidos en una sola opción electoral, parte de este éxito se debió a acuerdos de colaboración entre los grupos criminales.
Una inusual ventana a la forma en que se realizan estos pactos la abrió en abril de 2022, el obispo Salvador Rangel Mendoza en una entrevista concedida al diario El Sur de Acapulco, en vísperas de concluir su periodo al frente de la diócesis de Chilpancingo.
Rangel
Con miras a las elecciones de 2018, explicó el religioso, el exgobernador Rubén Figueroa Alcocer “y otras gentes del PRI” se aproximaron a él: “Me dijeron que ellos apoyarían para la paz si yo lograba que apoyaran al PRI en Chilapa y Hueycantenango, y les dije que sí”.
La disputa por la ciudad de Chilapa ha provocado grandes derramamientos de sangre. El 2 de mayo de 2015, el candidato del PRI a la alcaldía, Ulises Fabián Quiroz, fue asesinado en una emboscada. Había sido tesorero del ayuntamiento con el entonces todavía presidente municipal priísta Francisco Javier García, señalado de pertenecer a ‘Los Rojos’. Y entre el 9 y el 14 de mayo, en lo que es un antecedente de la ofensiva sobre Chilpancingo, 300 hombres de ‘Los Ardillos’ se apoderaron de la población durante seis días y desaparecieron a unas 40 personas, antes de retirarse.
Un par de meses antes, la precandidata del PRD a edil de Ahuacuotzingo (a 55 kilómetros), Aidé Nava González, también había sido decapitada. Un letrero sobre su cadáver adevertía que eso les pasaría a los políticos que recharazaran “alinearse”.
La campaña de 2018 pintaba igual de sangrienta: en febrero, mataron a la precandidata del PRD a diputada del distrito local 25, con cabecera en Chilapa, Antonia Jaimes Moctezuma, y luego a la del PRI, Dulce Nayeli Rebaja Pedro.
“Tuve que hablar con un grupo”, recordó el obispo Rangel, en referencia a Los Ardillos, “que si ellos apoyaban al partido del PRI íbamos a lograr la paz y la tranquilidad. Y sí, ganó ese partido, incluso los diputados ganaron ahí”.
Según el prelado, el gobierno del entonces presidente Enrique Peña Nieto impulsó la negociación para favorecer a los candidatos de ‘Los Rojos’:
“Fuimos respaldados incluso desde México, yo estuve en Palacio Nacional, desde allá nos apoyaron para pacificar estas tierras”.
“¿Hizo campaña por el PRI? Violó la ley”, replicó el reportero Zacarías Cervantes.
“No, yo no hice ninguna campaña”, atajó el obispo. “Yo simplemente les dije a los jefes que si apoyaban ellos al partido, nos prometían pacificar. La otra condición es que les iban a ayudar con caminos, carreteras, clínicas, escuelas y creo que de parte del PRI pusieron mucha atención allá y se les cumplió esa promesa”.
Comunidades
permeadas
“Lo más peligroso que estamos viviendo en Guerrero”, alerta Abel Barrera, director del Centro Tlachinollan, “es que los grupos de la delincuencia ya permearon en los tejidos comunitarios y ya es la población la que se moviliza”.
La ofensiva de ‘Los Ardillos’ sobre Chilpancingo hizo visible a nivel nacional algo que ya habían mostrado ‘Los Rojos’ y otros grupos del estado: la canalización de demandas sociales legítimas junto a sus reivindicaciones criminales, lo que amenaza con convertir a la delincuencia en alternativa de representación para los grupos populares.
“Ya hay una organización de base que está influenciada por otros intereses que no son legítimos”, continúa Barrera. “Los tejidos comunitarios están dañados por intereses delincuenciales”.
Mediante amenazas o con la oferta de solucionar sus problemas, las estructuras sobre las que se sostienen movilizaciones sociales como la exhibida en Chilpancingo representan también un importante poder electoral, lo que explica el predominio de políticos apoyados por ‘Los Rojos’, a través del PRI, y por ‘Los Ardillos’, vía el PRD, en municipios y distritos de las regiones Centro y Norte.