* Miles, dejan periódicamente sus comunidades para trabajar en los campos de cultivo del norte del país
* Muchos no regresan, cuando sus condiciones de vida mejoran al estar fuera de la región
* La producción en el campo local no garantiza ni el autoconsumo
ROGELIO AGUSTÍN / SNI
TLAPA, GRO.
La ausencia de fuentes de empleo, la escasa producción en el campo y la ausencia condiciones elementales para el desarrollo, son factores que contribuyen a la expulsión periódica de jornaleros migrantes, que poco a poco abandonan sus comunidades en las regiones Montaña y Norte de la entidad.
Durante la temporada de cosecha, muchas comunidades habitadas por población indígena llegan a quedarse casi en el abandono total, solamente se quedan algunas mujeres y niños, que esperan tener la edad adecuada para treparse a los autobuses que los trasladan hacia el norte del país, donde son contratados como mano de obra barata.
En la Montaña alta se ubica San Rafael, comunidad habitada principalmente por indígenas de la variante Ñuu Savi que pertenece a Cochoapa el Grande, considerado como el municipio más pobre del país.
Sus calles durante gran parte del año lucen casi vacías, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística e Información, en los últimos 20 años en la Montaña de Guerrero la población se redujo en más del 37 por ciento.
Las fuentes de empleo son nulas, la burocracia en los ayuntamientos está saturada y son pequeños grupos de poder las que controlan dichos espacios.
En lo que se refiere al campo, el maíz y el frijol no garantizan el autoconsumo, por eso, para la mayoría de la población en edad de trabajar no hay más alternativa que salir a buscar oportunidades, aunque algunos tienen una posibilidad en la elaboración de artesanías.
Para entender lo que nos dice Ángel Díaz, comisario de San Rafael, se necesita recurrir a un traductor, él parece estar acostumbrado a recibir dicho apoyo.
“Esto es lo que el pueblo hace; un sombrero hecho a mano y no hay otra cosa para ganar un poco de dinero, sinceramente el pueblo necesita mucha ayuda, aquí es gente pobre, se necesita la ayuda del gobierno”, anota.
Es normal observar a las mujeres trabajando palma, con ella elaboran sombreros que venden en cinco pesos a intermediarios que se los llevan para negociarlos a mejor precio en las ciudades.
En un día, un ama de casa de Cochoapa puede elaborar cuando mucho tres piezas, lo que representa una ganancia de apenas 15 pesos.
Los pocos niños y adolescentes pasan el tiempo en la cancha del pueblo, el lugar de esparcimiento que comparten al salir de la primaria y secundaria de la localidad, cuyas aulas también lucen casi vacías.
Aylín Gallardo estudia en la secundaria, recuera que al ingresar eran 40 alumnos, para el segundo grado quedaron 37 y para el tercero la disminución fue drástica, se mantienen 24.
Explica que lo que pasa es muy sencillo, por falta de dinero los padres sacan a los niños de la secundaria y se los llevan a Sinaloa para trabajar en los campos de cultivo, muchos comienzan cuando todavía son niños.
Muchos de los que interrumpen su formación escolar prefieren seguir generando recuesos, suelen regresar a San Rafael pero ya no se inscriben en la escuela.
Son muchas las historias de personas que al salir consiguieron mejoraer su circunstancia de vida, regresan durante las vacaciones para estar con sus familias.
Es gracias al dinero que llevan, que la comunidad no ha desaparecido completamente.
Campo no
es suficiente
La producción de granos básicos no garantiza el autoconsumo de los lugareños, por eso muchos jóvenes deciden ya no sembrar la tierra de sus padres y prefieren viajar hacia el norte para contratarse como mano de obra muy barata.
“En este pueblo pues no hay mucho trabajo que hacer, honestamente, lo único que hay que hacer aquí es sembrar, nada más, pero eso no es suficiente para mantener a la familia, ni si quiera a uno mismo, precisamente es por eso que yo voy a rebuscarle a otro lado, porque aquí no hay dinero”.
Abel Barrera Hernández, director del Centro de Derechos Humanos de la Montaña (CDHM) señala que la migración de los jornaleros está focalizada en los municipios de Metlatonoc, Cochoapa el Grande, Alcozauca, los tres son habitados mayoritariamente por indígenas Ñuu Savi.
De acuerdo con los registros del CDHM-Tlachinollan, son alrededor de 12 mil las personas que salen en la temporada.
“A nivel general podemos hablar de que migran al año alrededor de 500, 600 jóvenes que se están yendo, la causa principal es que los gobiernos en sus tres niveles no generan oportunidades para arraigarlos, están completamente abandonados”, asegura.
El fenómeno de San Rafael, de Cochoapa y la Montaña s reproduce en otras comunidades de la zona Norte y Tierra Caliente, donde la producción del campo ha sufrido un deterioro importante.