*Comunidades de Guerrero cambiaron el cultivo de amapola por el de aguacate; piden al Gobierno apoyos para comercializar este fruto y consolidarlo como una alternativa a la producción de plantas ilícitas
EMILIANO TIZAPÁN LUCENA
REDACCIÓN/ANIMAL POLÍTICO
Este domingo más de 110 millones de personas vieron el Super Bowl LVIII entre los equipos de los Chiefs de Kansas City contra los 49ers de San Francisco, en Las Vegas, Nevada, Estados Unidos. En millones de hogares consumieron uno de los productos emblemáticos para ver este evento deportivo: el guacamole.
A 3 mil 132 kilómetros de distancia, en la localidad de El Crucero de San Antonio Texas, municipio de Coyuca de Catalán, Guerrero, donde antes cultivaban amapola para enviar la goma de opio también a Estados Unidos ahora desde hace al menos 15 años están produciendo aguacate.
En la última temporada, la empresa Aguacates Don Prudencio ha cosechado al menos 200 toneladas a pesar de estar en una zona con violencia por el asedio del grupo delincuencial La Familia Michoacana, y lograron vender su cosecha a un intermediario que exporta el producto a Estados Unidos.
Pero la violencia no es la única adversidad de los productores guerrerenses de aguacate, sino el abandono histórico por parte del Estado mexicano que continúa en la Sierra de Guerrero.
Mientras que la esperanza puesta en el aguacate como un producto legal que detone la economía de la zona se pone en duda ante la expansión en la Sierra de los cultivos de hoja de coca, sobre todo en los campesinos que añoran la época de bonanza económica antes de que el fentanilo tumbara el precio internacional de la goma de opio.
Un corredor
bajo asedio
En la comunidad de Santa Rosa de Lima, municipio de Tecpan de Galeana, los pobladores están acostumbrados a cuidar sus espaldas por la violencia desde hace 10 años. El municipio es la entrada de un corredor que en los últimos dos años ha sufrido el asedio del grupo delictivo La Familia Michoacana.
A cuatro horas y media en vehículo por un camino en su mayoría de terracería se encuentra El Durazno, municipio de Coyuca de Catalán, donde el 10 de diciembre de 2022, integrantes de La Familia Michoacana asesinaron a siete hombres, uno de ellos calcinado sobre su cuatrimoto.
Desde que ocurrió esta masacre todo el corredor de El Durazno-Santa Rosa de Lima ha estado bajo asedio por esta banda criminal: se han registrado balaceras, asesinatos, enfrentamientos, e incluso ataques con drones que cargan con explosivos.
Víctor Espino Cortés, uno de los productores de aguacate de esta región, cuenta que desde hace prácticamente 10 años los habitantes se han estado defendiendo de secuestros y extorsiones por parte de grupos criminales, pero fue hasta hace dos años que incursionó la Familia Michoacana.
Espino Cortés dice que este grupo delictivo busca apoderarse de esta zona porque conecta con comunidades de la Tierra Caliente donde tienen presencia, y cuando son atacados por las autoridades rápidamente buscan huir y esconderse o atravesar esos pueblos.
“Aquí estamos muy ricos. Aquí hay mucha agua para empezar, toda el agua a la Costa Grande y toda el agua de Tierra Caliente aquí se produce. Hay zonas de minas, de hecho aquí en mi ejido hay tres lugares donde están las minas destapadas, nunca se han trabajado, pero ahí están. Una de ellas está en un lugar que se llama El Venado está concesionada a los canadienses desde el 1974, pero ahí está, no la puedes tocar tampoco. Y los maderables, le tiran mucho eso, porque eso es nada más llegar y cortar (los árboles) y vámonos, y eso es lo que defendemos”, explica como otra de las razones.
Además, esta región que colinda entre los municipios de Tecpan de Galeana, Petatlán y Coyuca de Catalán es una zona ganadera, en el último estudio, en el que no participaron todos los pobladores, se contabilizaron 15 mil cabezas de ganado. Apropiarse de todo eso también les interesa a la Familia Michoacana.
El 28 de enero de 2023, a sólo unos 40 minutos en vehículo de Santa Rosa de Lima está ubicado El Parotal, un pequeño pueblo ubicado a un costado de un río, donde un convoy de la Policía Estatal llegó acompañado por tres civiles y los pobladores los acusaron de entrar a sus viviendas sin órdenes de cateo y los acusaron de robarles; cuando les pidieron que se identificaran reconocieron que esos tres civiles pertenecían a la Familia Michoacana.
Al final, los tres hombres fueron asesinados, también un policía y el encargado del operativo, el capitán de la Marina y jefe de Fuerzas Especiales de la Secretaría de Seguridad Pública del estado, Jaime Téllez Ruiz.
Las autoridades del estado jamás dieron una respuesta clara del por qué los tres hombres iban en la operación.
Aguacate, un
negocio desigual
A pesar de las masacres y el acoso criminal, la última temporada de cosecha de aguacate que comenzó en septiembre y culminó en enero de este año fue buena.
El problema es el precio, la empresa intermediaria que controla el negocio les pagó a nueve pesos el kilo a los productores del Crucero de San Antonio Texas, para almacenarlo y posteriormente llevarlo a Estados Unidos.
El aguacate de Guerrero también llegó al Super Bowl, pero del dinero que genera en Estados Unidos a los productores no les llega nada.
El ingeniero del Comité Estatal de Sanidad Vegetal de Guerrero, José Agustín Brito, es quien supervisa que las huertas de aguacate cumplan con los requisitos para la certificación del producto, se cuida que el aguacate sea producido sanamente para que también mejore el costo de su venta.
En el ejido de San Antonio Texas, desde 2018 se lograron certificar cuatro unidades de producción, en 2023 fueron siete las que se certificaron; y para junio de este 2024 lo harán ocho más.
Los requisitos, explica José Agustín Brito, son que cada unidad de producción, sea campo o unidad de empaque, debe tener instalaciones sanitarias para que el personal no haga sus necesidades fisiológicas a campo abierto y se evite así la contaminación. Deben tener un almacén para guardar el material que utilizan en las huertas, tanto los fertilizantes, químicos, herramientas, sistemas de riego, y también un área de mezclas donde preparan los agroquímicos.
Actualmente en esta región hay una superficie entre 350 y 380 hectáreas sembradas de aguacate de variedades Hass, Méndez y Flor de María.
En el estado hay otros municipios donde se produce aguacate, pero las superficies por productor son menores.
José Agustín Brito ha recorrido la mayor parte de la Sierra y asegura que en los terrenos donde antes había sembradíos de amapola ahora hay aguacate.
“El aguacate les está dando una nueva oportunidad de vida para sacar a su familia adelante y una de esas pruebas es que están tratando de certificar sus huertas para estar al día con lo que pide el cliente, en un proyecto a mediano y largo plazo”.
La venta
El segundo domingo de febrero en Estados Unidos se centra alrededor del futbol americano, el Super Bowl. Según el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA), por sus siglas en inglés, en torno a este evento deportivo se comercializa el 20 por ciento de las ventas anuales de aguacate debido a que su consumo se dispara, es decir, cerca de 54 millones de aguacates.
Y México suministra cerca del 81 por ciento de los aguacates que se consumen en Estados Unidos, por lo que la USDA reconoce que sólo en 2023 el valor de las importaciones de aguacate mexicano a su país fue por aproximadamente 2,500 millones de dólares.
La USDA estimó que las semanas previas al Super Bowl se importaron a Estados Unidos más de 6 mil camiones llenos de aguacates mexicanos, de los cuales, según las autoridades nacionales el 73 por ciento se produce en Michoacán, el 12.2 por ciento en Jalisco y el 14.8 en el resto de los estados.
El guacamole es uno de los productos emblema del Super Bowl.
Cambios
“Vamos a ser honestos, aquí lo que ven ustedes aquí se sembraba amapola antes”, se sincera Víctor Espino Cortés sobre la huerta familiar Los Fresnitos. “Nosotros sembramos un tiempo y de ahí poco a poquito fuimos avanzando (en la siembra de aguacate), trabajando y trabajando, pero no robándole a nadie, solo trabajo, trabajo y más trabajo”.
La amapola ha tenido desde hace muchos años altas y bajas, desde que recuerda Espino Cortés van tres veces que el precio de la goma de opio ha caído completamente, “que nadie la quiere ni regalada”.
“Yo tenía familiares que en el ochenta y tantos se hicieron de mucho dinero. Unos lo aprovecharon y están muy ricos en otros estados, incluso, pero hay otros que no supieron aprovechar y están más pelados (pobres) que en un palo de guayaba. Entonces viendo, aprendiendo de la historia, cómo se van dando las cosas, cuando tuvo el auge de la amapola la última vez, empezamos a sembrar aguacates”.
El fentanilo le ganó la batalla a la goma de opio. Antes un kilo de la resina que se extrae al rayar la cabeza de la amapola se pagaba a los campesinos entre 30 a 40 mil pesos, el precio más bajo tras el auge del fentanilo fue de 6 mil pesos.
De la goma de opio se extraen productos como la morfina, la heroína y la codeína.
“Si el gobierno quisiera realmente que se acabara eso de la amapola, que la gente no regrese a eso, debe apoyar el aguacate o los frutales, porque también hay más frutas como la manzana, pera o durazno”, dice Espino Cortéz.
“Nosotros no queremos despensas”, dice.
Lo que piden es que el gobierno los apoye en la tecnificación de las huertas, para aumentar la producción y se consolide el aguacate como una alternativa en los lugares donde antes se sembraba amapola.
Necesitan además la pavimentación de los caminos, casi todos de terracería, angostos, porque se abrieron principalmente en tiempos de extracción maderera y de contrainsurgencia por el Estado mexicano en la Sierra de Guerrero, y así se quedaron.
Otra necesidad de los productores de la zona es la comercialización, porque exportar a Estados Unidos es casi imposible, aunque lo ideal sería establecerse en el mercado estatal.
“Es una de las mejores soluciones que puede haber”, plantea Espino Cortéz: “Esto da muy buen dinerito, da para uno y para dar empleo”.
Cuando termina la cosecha de mango en la Costa Grande, muchas personas buscan cosechar el aguacate, sólo la familia Espino Cortéz emplea a 150 trabajadores.
La seguridad también urge, aunque a pesar de la violencia han podido continuar con la producción de aguacate.
Los cultivos
de coca
En febrero de 2021, en el ejido de Río Santiago, en la parte media de la sierra de Atoyac fueron localizados los primeros plantíos de hoja de coca. El Ejército destruyó los cultivos y el laboratorio de químicos para su procesamiento. Las autoridades informaron que se encontraban en una etapa experimental. Ese año fueron destruidos siete plantíos de hoja de coca.
Un año después, en 2022 se contabilizaron 73 plantíos destruidos por los militares en Atoyac.
En 2023, hasta julio el Ejército ya contabilizaba 93 plantíos destruidos en Atoyac, lo que evidencia que el experimento cumplió su papel, y que los campesinos lograron adecuar la planta a la zona.
Para Víctor Espino, la plantación de hoja de coca no se siembra solo en Atoyac, su plantación ya resuena en toda la Sierra de Guerrero, y si el gobierno reconoce solo en este municipio es porque no le conviene. Pero los campesinos, abandonados por el Estado mexicano, respaldados con programas asistencialistas como Sembrando Vida que no igualan la bonanza que dejaba en las familias la producción de amapola, van encontrando en la plantación de hoja de coca una alternativa, aunque nuevamente ilegal.
Que el cultivo de hoja coca y la combinación química para producir pasta de coca no pulule en toda la Sierra depende no de su destrucción, sino de que las alternativas económicas y de desarrollo que ofrezca el gobierno mexicano sean eficaces, inmediatas, donde se tome en cuenta realmente a los campesinos y se garantice la seguridad de la zona.
“Al presidente (Andrés Manuel) López Obrador lo hemos invitado para esta zona muchas veces. Él dice que primero los pobres, pero me imagino que hay de pobre a pobres, porque a nosotros no se nos arrima”, reprocha Espino Cortéz.