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Con miedo y reservas se restablece el transporte público en Chilpancingo

JOSÉ MIGUEL SÁNCHEZ
AMAPOLA PERIODISMO

A 15 días que comenzaron los ataques contra conductores del transporte público en Chilpancingo, que generó una parálisis total de actividades durante cinco días, la ciudad poco a poco parece volver a la normalidad, pero aún existe miedo y reserva por parte de la población.

De acuerdo con el conductor de una urvan del transporte público, que pidió permanecer su identidad confidencial, se sabe que ya circula el 100 por ciento del servicio en la capital, pero aún hay medidas de precaución para garantizar su propia seguridad.

El servicio del transporte se comenzó a reactivar de manera paulatina el 14 de febrero, dos días después del séptimo asesinato contra un conductor, en la ruta Mercado-Javier Mina.

Este fin de semana, ya se observa en circulación gran cantidad de urvans, taxis y autos particulares.

Aunque todo parece volver a la normalidad, la población sale aun con miedo a realizar sus actividades y tomar el transporte público.

Olga, una de casa que vive al norte de la ciudad, para llegar al mercado a comprar su despensa, tiene que tomar una combi, lo cual le genera un poco de miedo.

«Nos tenemos que subir (al transporte) por necesidad, yo soy adulta mayor y no puedo caminar mucho, y ahora que me subo a la combi o al taxi pues queda el miedo de que vaya a pasar algo malo», contó.

Por parte de los conductores, aunque no lo dicen, se observa que realizan su labores con cautela.

Los taxistas manejan con más precaución, si se ven involucrados en algún incidente con otro vehículo evitan ser agresivos o incluso evitan el uso recurrente del claxon.

Los conductores de urvans de igual manera evitan manejar las unidades a exceso de velocidad.

Pero no solo hay un cambio de actitud de parte de los conductores como una medida de prevención, los horarios de servicios de comercios y oficinas se redujeron considerablemente.

Los comercios del centro de Chilpancingo cierran sus puertas a las 6:30 de la tarde, a las siete ya no hay negocios abiertos y las personas abarrotan las últimas urvans que las acercan a sus hogares.

A las ocho de la noche las tiendas departamentales y supermercados comienzan a cerrar y a las 8:30 Chilpancingo casi se convierte en un pueblo fantasma.

Solo algunos autos particulares circulan y algunos taxis que van por un servicio especial.

Antes de los ataques contra el transporte y la crisis de inseguridad que se vivió los comercios cerraban entre las 8:30 y nueve de la noche y las últimas urvans dejaban de circular a las 9:30.

Hoy las últimas urvans dejan de circular entre siete y 7:30 de la noche.

«Es para protegernos, tenemos que trabajar porque si no no comemos y tomamos precauciones y la verdad a todos nos queda el miedo y no tenemos para cuando reestablecer los horarios habituales», dijo el conductor de la urvan.

La última crisis del transporte, junto con la crisis de la violencia comenzó el 3 de febrero, con el asesinato de un taxista al poniente de Chilpancingo.

En los últimos 15 días siete conductores fueron asesinados, dos personas resultaron heridas y 10 unidades, entre taxis, mixtas y urvans fueron destruidas.

Aunque no existe una versión oficial por parte de la autoridades sobre el tema de la violencia y los ataques armados, el obispo emérito de la Diócesis Chilpancingo-Chilapa, Salvador Rangel Mendoza, aseguró en una entrevista televisaba que el conflicto surgió por la disputa de 15 concesiones que liberó el gobierno estatal.

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