A 7 años de su feminicidio, padres de Melani esperan justicia

KARLA GALARCE SOSA
QUADRATÍN GUERRERO

El señor Iván Ibarra Talamantes recibió a las 5 horas del 28 de noviembre de 2017 una llamada de su yerno, José Luis, para comunicarle que su hija Melani había muerto en un accidente en su casa.

Este jueves se cumplieron siete años de que Melani, la joven originaria de Hermosillo, Sonora, murió víctima de feminicidio en Acapulco, presuntamente a manos de su esposo José Luis, un teniente de la Fuerza Aérea que permanece en prisión preventiva desde enero de 2023.

Se tiene previsto que el próximo lunes 2 de diciembre y luego de que ha sido pospuesta en dos ocasiones, se lleve a cabo la audiencia final sobre el caso de la joven que cursaba la carrera en ingeniería de minas, pero que dejó sus estudios para casarse con el militar antes de viajar a Acapulco.

En entrevista telefónica con Quadratín Guerrero, Iván Ibarra y Jovita Selenio López, padres de Melani, contaron el infierno que han vivido desde que sepultaron a su primogénita en Hermosillo Sonora, de donde son originarios.

Narraron las golpizas de las que su hija les habló y que sufrió a manos de su esposo, lejos de su tierra, sin amigas, sin una red de apoyo y sin dinero.

La última golpiza que Melani recibió, tenía un bebé de apenas cuatro meses de edad.

Desde antes de que Melani quedara embarazada y en apenas dos meses de que había llegado a Acapulco, fue trasladada en tres ocasiones por las esposas de otros dos militares, Mayra y Paola, al hospital militar, pues José Luis le propinó golpizas que la dejaron malherida e incluso, permaneció internada dos semanas en una ocasión.

“El Ejército lo protegía mucho. Mi hija daba parte en la Base Aérea porque ella no tenía parientes allá, no sabía a quién acudir, era muy joven, estaba aislada. En su desesperación fue con los jefes para hacer el reporte de que la golpeaba su marido, pero el jefe de José Luis no le hizo caso. Cuando no encontró apoyo en el Ejército, optó por separarse y cuando ella se iba a venir para acá (Hermosillo), la mamá de José Luis la invitó a pasar unos días con ella en Veracruz”, contó Iván Ibarra.

Cuando la relación entre Melani y José Luis era insostenible, ella estaba embarazada, pero en la estancia con su suegra para celebrar un baby shower, José Luis la convenció de volver con él y regresó a Acapulco.

La señora Jovita acompañó a Melani durante un mes en Acapulco y auxilió a su hija los días previos y posteriores al parto, pero volvió a su tierra y dejó a Melani y a su nieto con José Luis.

En los consejos a distancia y ante la escalada de violencia contra su hija, los padres de Melani le decían que mantuviera la calma e intentara persuadir a su esposo para evitar que fuera más violento con ella.

Sin embargo, las marcas de la violencia con que fue tratada Melani quedaron en diferentes partes de la recámara principal de la vivienda que compartió la pareja.

Un golpe en la puerta de ese lugar fue señalado por la señora Jovita durante el funeral de Melani, pues no estaba cuando ella la acompañó al nacimiento de su nieto.

Melani fue asesinada el 28 de noviembre de 2017 en la unidad habitacional Cantaluna, en la colonia El Pedregoso, donde vivía con su esposo José Luis, debido a un cambio de adscripción.

A siete años del feminicidio de Melani, son los mismos siete años que no han vuelto a ver a su nieto, quien está bajo custodia legal de su abuela paterna, lo que consideraron indebido, pues nadie les consultó como abuelos maternos.

El señor Iván señaló que un supuesto primo de José Luis les ofreció 300 mil pesos para que desistiera de la denuncia que hicieron ante el feminicidio de su hija y, le advirtió que si rechazaban el dinero, les impedirían volver a ver a su nieto.

Testigos clave del caso han desistido para brindar su testimonio, entre ellos la persona que llevó a cabo la prueba de detección de sangre en la casa donde fue asesinada Melani, así como de quien presentaría el testimonio de la mecánica de hechos.

Fue en 2018 cuando el matrimonio recibió el apoyo legal del Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, pues encontró dificultades en el proceso legal, no sólo por la distancia entre Hermosillo y Acapulco, sino porque el imputado, al ser miembro del Ejército, es protegido dada la imagen institucional y la secrecía con que se conducen cuando sus soldados se ven involucrados.

A pesar de la presión que ha recibido tanto de la jueza, Evelina Ramírez Venegas, como de familiares y amigos de José Luis, Iván Ibarra dijo que se mantendrá firme hasta que haya justicia para su hija.

“Cada día que pasamos es un martirio. No sabía a lo que me enfrentaba cuando estuvimos en Acapulco porque estábamos en tierra ajena y por eso no quise averiguar nada allá. No tengo miedo a que nos vayan a hacer, ya estamos viejos, voy a cumplir 59 años. Lo que me preocupa es la recuperación del niño”, expuso.

A su vez, la señora Jovita afirmó que nunca imaginó enfrentarse a una situación como la que están atravesando, porque cuando su hija estuvo lejos de su familia, él cambió de carácter de su yerno fue abrupto.

“La pesadilla para mi hija comenzó cuando se fue para allá, que estuvo solita, viviendo allá, solamente pasaron unos meses para darse cuenta de cómo era él, estando sola allá. No hemos descansado desde que todo esto pasó. Cómo me iba a imaginar que mi hija, después de haber conocido a una persona que aquí delante de nosotros se portó diferente, que fuera a encontrar su verdugo en esa persona. Mi hija, pobrecita, todo lo que sufrió sola por allá. Mi hija era una niña buena, estudiosa, amable, dedicada al hogar, dedicada a sus hermanos, fue feliz con nosotros”, compartió entre sollozos al hablar de los años que su hija mayor fue creciendo.

Lo único que nosotros queremos, continuó la dolorida madre, es que se haga justicia.

“Mi hija no merecía esto. Era una niña muy buena y no es posible que a siete años a ese hombre no se le pueda sentenciar todavía, después de tantas pruebas. Ella no merecía la vida que le dio él allá. Ella merecía otra vida”, dijo.

Los padres de Melani advirtieron que no descansarán hasta que haya justicia para su hija y que vuelvan a tener contacto con su nieto, pues es lo único que queda de la joven que contaría con 32 años si no hubiera sido asesinada.