Tlachinollan considera que el tráfico de drogas no llega desde fuera a EU

*Es poco serio lo que ha declarado al respecto el gobierno norteamericano

ROSARIO GARCÍA OROZCO
SNI/CHILPANCINGO, GRO.

El director del Centro de Derechos Humanos de La Montaña Tlachinollan, Abel Barrera Hernández, consideró que son poco serias las declaraciones del gobierno norteamericano en torno a la problemática del tráfico de drogas.

Dijo que la visión del gobierno del vecino país es poco seria, porque las afectaciones a la ciudadanía norteamericana no le llegan de fuera, y que esas declaraciones sólo son para justificar el uso de la fuerza y volar los derechos humanos de la población migrante, además de culpar de su problemática a los países vecinos y vanagloriarse de que son un país pacífico.

“Se tiene que proteger al migrante, se tiene que garantizar que en primer lugar si se llegan a dar deportaciones, que no sean arbitrarias, que no sean violatorias a los derechos humanos, como se ha visto en las imágenes difundidas en las redes sociales, donde se aprecian a los deportados encadenados, porque eso denigra a cualquier ciudadano, y cómo se hacen juicios sumarios contra ellos”, expresó el activista.

Lamentó que Estados Unidos pretenda responsabilizar a los Migrantes del tráfico de drogas que padece Estados Unidos, «es una forma no civilizada de deportar a los migrantes, por parte de un país, lo que se traduce en una barbarie».

Barrera Hernández enfatizó que el calificativo que Estados Unidos le impuso a México de ser el país donde se permite el trasiego de droga y se produce fentanilo, «no es real», y sí lamentó que el país vecino «poco o nada ha hecho para combatir el consumo de fentanilo».

Agregó que “ahí hay (en Estados Unidos), un mal endémico que está socavando la vida de muchos ciudadanos, decir que de fuera viene el mal y que adentro esta el bien, yo creo que es una visión poco seria para poder justificar lo que van a hacer”.

Aseguró que lo que sí es cuestionable es que Estados Unidos promueva guerras, venda armas, que para ellos es un «gran negocio», lo que conlleva a que los empresarios que comercian armas gocen de poder y protección política, y que esas armas lleguen a los grupos delincuenciales, para que estos a su vez hagan la guerra en sus países con el tema de las drogas.