Con placa, pero sin techo: 95% de los policías municipales no tiene apoyo para vivienda
*La falta de prestaciones para vivienda digna no sólo pone en riesgo a la ciudadanía con policías municipales corrompibles o poco comprometidos: también eleva la cifra de uniformados asesinados.
ÓSCAR BALDERAS
MILENIO/CDMX
Ramón Martínez tiene 42 años y la mitad de ellos los ha vivido en la sala de su hermano; Verónica Acevedo, de 38, duerme en un cuarto rentado a una familia y lo comparte con sus dos hijas adolescentes; Francisco Jaimes está soltero a los 45 porque, dice, le avergüenza reconocer que aún vive con sus padres; y Gilberto Cuevas, de 26, está resignado a tener casa propia hasta que mueran sus abuelos y le hereden un terreno a tres horas de su trabajo.
Los cuatro son policías en el Estado de México, Morelos y Michoacán, entrevistados por Milenio, sobre una realidad que quita el sueño al 94.7 por ciento de los uniformados municipales del país, ya que sus corporaciones no les ofrecen algún tipo de prestación para que tengan vivienda propia.
Este miércoles, el centro de análisis México Evalúa publica su estudio ‘Policía desprotegida’ en el que revela que sólo 5.3 por ciento de los primeros respondientes en seguridad pública tiene apoyo para comprar una casa. Un porcentaje que hace feliz a los cárteles.
Sin esta prestación, la mayoría de los policías municipales en México son orillados a elegir uno de tres caminos: condenarse a una adultez sin patrimonio y “heredar” esa pobreza a sus hijos, renunciar al servicio público y buscar acomodo en algún empleo precario o informal o dar la espalda a su juramento y trabajar para el crimen organizado.
“Te voy a ser muy honesto: si viene un narco y me ofrece casa para mis hijos, yo aviento el uniforme y me voy con él. Así de claro”, asegura a este diario el policía segundo Ramón Martínez, quien lleva 21 años durmiendo en un sillón que le presta su hermano menor, y cuya corporación está en el centro del Estado de México, donde cada vez gana más presencia La Nueva Familia Michoacana.
“Me hice policía porque me gusta ayudar a la gente y porque me dijeron que me iban a dar un crédito para tener casa para mis hijas. Me mintieron, en mi institución no hay apoyo, ¿tú sabes la vergüenza que me da con mi familia decir que me gusta lo que hago?”, lamenta Verónica Acevedo, policía tercero en el oriente de Michoacán, donde el Cártel Jalisco Nueva Generación recluta uniformados.
El riesgo
se multiplica
La falta de prestaciones para vivienda digna no sólo pone en riesgo a la ciudadanía con policías municipales corrompibles o poco comprometidos; también eleva la cifra de uniformados asesinados.
Armando Vargas, coordinador del programa de seguridad de México Evalúa, asegura que este vacío ha generado dos modelos de vivienda para el policía municipal:
El que es empujado a vivir en zonas de alta marginación y rentas muy bajas, donde el crimen organizado campea.
Y el que vive en áreas de mayor plusvalía, pero comparte vivienda con familiares o desconocidos, lo que vulnera su privacidad para combatir a la delincuencia.
Tener placa, pero no un techo digno, ha contribuido a que hayan sido asesinados al menos 132 policías en el país en lo que va de 2025, es decir, un policidio en promedio cada día, de acuerdo con el conteo que hace la organización civil Causa en Común.
“Cuando llego a mi casa –la casa de mis padres– debo hacerlo siempre sin uniforme, porque vivo en una colonia con mucha ‘maña’. Si saben que eres policía, te pueden hasta matar», se queja el policía primero Francisco Jaimes, quien acepta que la mayoría de sus compañeros aceptan sobornos para construir su patrimonio.
«Es algo que siempre me preocupa de no tener casa propia: que un día los vecinos sepan a lo que me dedico y que la agarren contra mis señores padres. Mudarme sería un sueño”, agregó.
“Sí es algo que me preocupa, la verdad: que si yo sigo de policía, no voy a poder hacerme de algo para mis hijos. Ni siquiera un carro, porque gano una basura”, protesta el policía tercero Gilberto Cuevas, quien trabaja a unos kilómetros de Maravatío, Michoacán, un municipio donde los policías locales forman parte de ese 2.2 por ciento a nivel nacional que trabajan sin asignación de sueldo.
La queja de no poder comprarse un vehículo es real, entre las prestaciones menos comunes para un policía municipal en México.
Según los hallazgos de México Evalúa, están los apoyos para lactancia que sólo tienen el 4.5 por ciento de los uniformados y el acceso a créditos automotrices que sólo benefician al 0.5 por ciento.
Sin vacaciones
ni ahorros
“Hay un dato que es demoledor: el 70 por ciento de los policías en México ganan menos de 16 mil pesos mensuales. Con un salario de ese tamaño, y sin apoyos para comprar una casa digna, ¿Cuánto puede durar un policía antes de doblarse ante el crimen?”, pregunta Armando Vargas.
La mayoría de los policías municipales en México, es decir, el 51 por ciento, sí cuentan con cinco prestaciones:
El 90.8 por ciento tiene aguinaldo.
79.9 por ciento le dan vacaciones.
El 69.4 por ciento disfruta de primas vacacionales.
52.9 por ciento tiene derecho a días de permiso laboral.
El 51.6 por ciento a un seguro de vida.
“Aunque son la mayoría, seguimos hablando de porcentajes muy bajos: imagínate que ni siquiera hay una cobertura de 100 por ciento para el aguinaldo, que es algo que por ley todos los trabajadores deben tener”, lamenta Armando Vargas.
“Si en tu empresa no te dieran ni siquiera aguinaldo, ¿Cuánto compromiso sentirías con tu trabajo?”, refirió.
Después del seguro de vida, ya todo lo demás es privilegio para los uniformados que son el primer y mayor contacto que tienen los ciudadanos con el aparato judicial del Estado y que, a diferencia de las Fuerzas Armadas, cuentan con información de primera mano sobre las problemáticas locales que aquejan a la población.
Apenas el 26.1 por ciento tiene fondo o seguro de ahorro para el retiro, 25.7 por ciento accede a servicios psicológicos, el 22 por ciento disfruta de un comedor en las instalaciones de la policía, y 16.3 por ciento cuenta con prima de antigüedad.
“Con sólo un 25.7 por ciento de los policías que puede contar con apoyo emocional, muchos se ven obligados a enfrentar solos las secuelas emocionales y mentales de su trabajo, lo que no sólo compromete su bienestar personal, sino que puede afectar negativamente su desempeño, aumentando los riesgos tanto para ellos como para la sociedad”, establece el diagnóstico llamado ‘Policía desprotegida’.
Sólo 8.6 por ciento puede ganar una beca escolar para sus hijos, 8.3 por ciento cuenta con una guardería para sus niños y niñas, 6.3 por ciento tiene a su disposición un programa de ahorro solidario y un raquítico 5.5 por ciento tiene a su disposición apoyo para los familiares del personal que esté desaparecido, un fenómeno que crece cada vez entre el crimen organizado, que es privar de la libertad a los seres queridos de los policías para presionar que trabajen para las mafias locales.
“En una profesión tan arriesgada, el apoyo a los familiares del personal fallecido en el ejercicio de sus funciones es indispensable. Sin embargo, es preocupante que apenas 21.4 por ciento de los policías tengan esta prestación. Además, sólo 17.3 por ciento cuenta con apoyo funerario para los familiares del policía caído, subrayando una falta de respaldo en los momentos más críticos. Esta ausencia de apoyo envía un mensaje desalentador sobre el valor que se da a quienes sacrifican su vida por la seguridad pública”, se lee en el informe.
“¿Y nosotros?”
Francisco Jaimes cuenta sus carencias, porque son más que sus posesiones, más de 20 años de carrera le han alcanzado para un auto viejo, unos cuantos enseres domésticos muy añejos y la ropa que guarda en el armario.
Mientras que Gilberto Cuevas bromea con que lo único que tiene son deudas y sueños, un préstamo que no ha podido liquidar para comprar una camioneta y el sueño de que su hijo de cuatro años vaya a la universidad y lo mantenga en la vejez.
Ramón Martínez dice que le reza todos los días a San Miguel Arcángel, el protector de las batallas, para que le dé rectitud en el corazón para no desviarse hacia el crimen organizado, que ofrece el doble en salario y además permite quedarse con las casas de los contrarios que asesinan a sueldo.
Verónica Acevedo, quien me ha contactado con ellos, ya olvidó las veces que se acostaba junto a sus hijas, sueña con ganar la lotería, renunciar a la placa y comprarse una casa con jardín para tener, por fin, un perro.
“Son sueños de uno, porque es lo único que tenemos permitido: soñar”, dice la policía tercero y lanza un largo suspiro.
“Los jefes sí tienen casas, y los jefes de nuestros jefes tienen casotas. ¿Y nosotros? ¿Los que nos arriesgamos todo el día en la calle?”, lamenta la policía, quien coordinó las llamadas telefónicas con sus colegas.
El estudio de México Evalúa no sólo exhibe las carencias de las que son víctimas los cuatro policías municipales consultados, sino que también muestra la siguiente frontera de los beneficios que deberían tener los policías municipales por ley; por ejemplo: Servicio dental y Apoyo legal, así coomo becas universitarias para las hijas e hijos de los uniformados, idealmente, en convenios con universidades públicas y privadas. Y compensaciones por riesgo y vales de restaurantes, entre otros.
Cada beneficio materializado no sólo facilita su movilidad social y tener patrimonio, sino que les dignifica y beneficia a la población.
“Sin condiciones suficientes de desarrollo, no hay incentivos para que la policía se comprometa a largo plazo con la seguridad de una comunidad. La consecuencia son los altos niveles de corrupción y rotación de personal. Lo que se traduce en la prevalencia de los elevados índices de delincuencia y percepción de inseguridad a nivel territorial”, concluye el estudio.
