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Crónica

Si un día se me acaba la cuerda….”; despedida de Don Luis Justo

*Al frente del cortejo fúnebre iba “El “Cumplido”, su fiel caballo blanco, su potro más querido

*“Soy como quiero ser, ser amigo de todos, ranchero hasta los codos, sincero a más no poder. Soy como quiero ser”, tocaba la banda y bailaba el cuaco su último son, en honor a su fiel amigo

*Sus compañeros cabalgantes le hicieron una valla para despedirlo: “Sigue cabalgando en la eternidad, amigo Luis, que un día nos reuniremos”, le dijeron

FERNANDO SANTAMARÍA
AZOYÚ, GRO.

Las campanas de la iglesia de San Miguel Arcángel, en la cabecera municipal de Azoyú, repicaron insistentemente hacia las 4:00 de la tarde de este viernes 25 de abril. Sus sonidos eran lúgubres, muy tristes, pues anunciaban que había terminado una misa de cuerpo presente.

Pero esa misa no era como cualquier otra misa, pues en ella se despedía el cuerpo de un hombre que dejaba un gran legado y no sólo a su familia, y no sólo para el pueblo Azoyú, sino para toda la Costa Chica.

Así comenzó la última despedida de Don Luis Justo Herrera, el esposo, el padre, el hermano, el abuelo, el bisabuelo, el hombre de a caballo, el cabalgante, el ganadero.

Lo cierto es que Don Luis ha dejado un gran vacío como lo demostraron los cientos de personas que lo acompañaron en su marcha rumbo a su última morada, y los cientos que no pudieron acompañarlo pero que expresaron sus condolencias a través de las redes sociales como Mario Moreno Arcos, ex candidato a gobernador; Alejandro Bravo Abarca, ex presidente municipal de Zihuatanejo y muchos otros.

Para muchos fue “Don Luis”; para otros fue “El Viejón”; para estos fue “El Amigo”. Para aquellos fue como un padre, para estos fue como un hermano. Algunos dirán que fue una buena persona, otros que no tanto; pero lo cierto es que para todos fue parte de la historia reciente de Azoyú y de la Costa Chica, una historia que cada quien contará a su manera, a como le convenga, a como la haya vivido, pero historia al fin.

Don Luis fue despedido como a él le gustó vivir: con música alegre, con algarabía, rodeado de sus familiares, rodeado de sus amigos, con música de banda y sin faltar el acompañamiento de El “Cumplido”, su fiel caballo blanco, su potro más querido.

Tierras

Surianas

En cuanto el cortejo fúnebre asomó de la iglesia, rumbo al panteón municipal de Azoyú, la banda entonó una de las canciones favoritas de El Viejón, una de Joan Sebastian, una que habla de la escuela de la vida, de la que tanto había aprendido: “De tierras surianas vengo, y de allá les traigo mi canto, alumno soy de la vida, la vida que enseña tanto”.

Y efectivamente, la vida le habría enseñado tantas cosas a Don Luis, como él mismo lo contaba en sus anécdotas en aquel 2012, cuando ayudó a coordinar la primera campaña por la presidencia municipal de su hijo Luis: “Yo me mantengo en mi lugar, en el lugar que me corresponde, y me gusta darle su lugar a todo mundo, me gusta ser respetuoso y me gusta que me respeten”, decía en aquella época.

El gentío inundaba la plaza central de Azoyú, apenas dejando libre la puerta de la iglesia desde donde comenzó el cortejo fúnebre de Don Luis; y justo delante del féretro cabalgaba inquieto “El Cumplido”, su caballo, apenas sosegado por dos caballerangos, olfateando el animal que se trataba de la despedida de su dueño, de su jinete, de su amigo, el que lo entrenó para lucirse en los espectáculos de caballos bailadores, como miembros de los Cabalgantes Unidos del Estado de Guerrero (CUEG).

Más al frente, cabalgaba un grupo de hombres haciendo que sus cuacos bailadores siguieran el compas de la música del de Juliantla: “Un gavilán de la sierra, me enseñó a gozar volando, lo mismo por las alturas, que abajo, a suelo rozando”.

La misma música parecía despedir a Don Luis, y cada verso concordaba con su forma de ser, pues conoció de las alturas y conoció del suelo raso. Entre sus miles de amistades que hoy lo acompañaban se podían observar desde campesinos, comerciantes, empresarios y políticos encumbrados, a quienes unía un sentimiento en común: estaban tristes por la partida del amigo.

El cortejo fúnebre, que abarcaba más de doscientos metros en línea recta de la amplia calle Manuel Bautista, avanzó lentamente hasta llegar al panteón municipal y mientras avanzaba “El Cumplido” seguía bailando con nerviosismo el son que tantas veces le había arengado su jinete, el hombre al que hoy despedía: “Soy como quiero ser, Ser amigo de todos, ranchero hasta los codos, sincero a más no poder. Soy como quiero ser”.

Y así fue Don Luis, como lo describe la narrativa del son del hijo de Juliantla: “Ranchero hasta los codos, siempre fue como quiso ser, pues disfrutó hasta el final de sus días festejando año con año su cumpleaños, que más que festejo era un agasajo para sus amigos.

Y así como festejó por muchos años en el rancho “Los Dos Potrillos”, así hoy -en medio de ese jolgorio- Don Luis era despedido con música alegre, con su caballo, con su cuaco, y aún hasta la entrada del panteón, su última morada, sus compañeros cabalgantes le hicieron una valla para despedirlo: “Sigue cabalgando en la eternidad, amigo Luis, que un día nos reuniremos”, le dijeron.

En los muchos mensajes de despedida se ha mencionado el legado de Don Luis Justo Herrera; y él, ya previendo que esto tarde o temprano sucedería, en una fiesta de cumpleaños, precisamente en el rancho “Los Dos Potrillos”, le dijo a su amigo Alfredo Campos Tabárez: “Mientras Dios me preste vida, seguiré haciendo esta fiesta, en la que nos reunimos infinidad de amigas y amigos, gente de a caballo, y gente que no es de a caballo pero que le gusta este ambiente; y si un día se me acaba la cuerda, pues ahí están mis hijos y después de mis hijos está mi familia, para que esto continue y que no se acabe la raza de estos hombres de a caballo”.

La cuerda de Don Luis, como él lo dijo, se terminó el jueves 24 de abril, en “Los Dos Potrillos”, en el mismo rancho donde anunció su última voluntad.

Descanse en paz Don Luis Justo Herrera: cabalga alegre a la eternidad y que el Creador te reciba en su luz admirable.

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