Jornaleros de Guerrero huyen del abandono y llegan a la explotación
*El fenómeno migratorio en Guerrero afecta a familias completas, pues además de hombres y mujeres en edad adulta se han contabilizado 5 mil 835 menores de edad, desde recién nacidos hasta los 17 años
FRANCISCA MEZA CARRANZA
RÉPLICA/CHILPANCINGO
La pandemia por el Covid-19 agravó la migración de jornaleros agrícolas que viajan desde Guerrero hacia el norte y bajío del país en busca de un mejor sustento y volvió ese fenómeno social, que era de temporada, en algo permanente.
De acuerdo con los registros del Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan y del Consejo de Jornaleros Agrícolas de la Montaña, antes del Coronavirus la temporada anual de exportación de mano de obra, de septiembre a enero, era de entre las 7 y 8 mil personas, de todas las edades.
Para 2020 la cifra se disparó arriba de los 15 mil indígenas y la tendencia se ha mantenido pues en 2021 el número fue de 14 mil 732 y en el primer trimestre de 2022 han migrado mil 175 trabajadores, 678 en enero y 497 en febrero. Actualmente se registran salidas tres veces a la semana.
El fenómeno migratorio en Guerrero afecta a familias completas pues además de hombres y mujeres en edad adulta en el lapso se han contabilizado 5 mil 835 menores de edad, desde recién nacidos hasta los 17 años.
Se estima que el número de indígenas que abandona la entidad suriana sería mayor porque las cifras abarcan a las familias que parten de la Unidad de Servicios Integrales (USI), o Casa del Jornalero, sin embargo, hay grupos de la franja Me´phaa que no se registran con ellos.
El responsable del área de Migración del Centro de Derechos Humanos, Paulino Rodríguez Reyes, consideró que hay una evidente crisis migratoria, sin embargo, dijo que la pandemia solo vino a empeorar y evidenciar la falta de atención y abandono que por años existe en las comunidades indígenas y que ha provocado el éxodo.
Dijo que la afectación a las familias es integral porque los menores que tienen que emigrar con sus padres pierden sus estudios ya que al regresar la Secretaría de Educación Guerrero (SEG) ya no les valida el avance que tenían al momento de partir.
Durante la ausencia de los migrantes, los pueblos prácticamente se convierten en fantasmas, sólo permanecen las autoridades y los Principales, como les llaman a las personas de la tercera edad; algunas veces, dijo, los trabajadores regresan a las fiestas patronales o hasta que se les terminan los contratos.
Detalló que hay jornaleros que buscan permanecer en otros estados, principalmente en temporada de sequías, porque las comunidades sufren al no contar con ese servicio público, y en el peor de los casos, tampoco con alumbrado.
El éxodo continuo de los jornaleros, consideró, ha aumentado el riesgo para ellos porque hay empresas de autobuses que ofrecen trasladarlos pero sin ninguna garantía, y al llegar a los campos fuera de temporada no cuentan ni siquiera con el contrato de palabra que comúnmente logran obtener, como el mayor logro laboral.
Tratados como
animales
La situación para los jornaleros migrantes no es mejor en los campos de cosecha, sin embargo por ganar unos pesos más han tenido que dejar sus comunidades en Guerrero, sobre todo, al conjugarse la pandemia con la entrada del actual Gobierno federal que le quitó los apoyos de diversos programas a los campesinos, según denuncian.
Al aceptar trabajar en alguno de los campos las familias son sometidas a reglas estrictas que en caso de romperlas ameritan el despido, y además deben pagar los mil 200 pesos o más que, en algunos casos, las empresas pagan por llevarlos desde Tlapa.
Un jornalero que pidió omitir su identidad dijo en declaraciones que el hecho de salir de los campos sin permiso ha ameritado multas de 200 pesos o hasta despidos; también han echado familias por conflictos internos, aunque en su trabajo no hayan fallado.
Reprochó que una vez fuera de Guerrero son tratados “como animales” y no como personas valiosas, pero el principal reproche es para los gobernantes: la gobernadora Evelyn Salgado Pineda, los presidentes de los municipios de donde emigran y los diputados, porque no se interesan por ellos. Tampoco los funcionarios de Derechos Humanos de Guerrero y a nivel nacional.
“Los políticos en todos los municipios nadie se preocupa, necesitamos que se mueva en todos los municipios Copa (natoyac), Tlapa, Acatepec, Metlatónoc, Zapotitlán, Chilapa porque esos son los que tienen muchísima gente para acá y ¿Qué han hecho lo políticos? Nada, sólo están esperando su llegada y cuando hay precampañas empiezan a juntar gente y ni les preguntan dónde estaban, cómo los trataban. Todo eso molesta”.
En el campo, detalló, ellos mismos se hacen cargo de sus gastos médicos y alimentación. Detalló que las jornadas laborales llegan a ser de hasta 10 horas; por cada hora ganan 25 pesos y en algunos campos han logrado que después de 10 horas se pague a 35 pesos cada una.
En otros casos ganan por caja, las de verdura 9 pesos, la de cilantro 41, pero también tienen un tope y si no se detienen cuando les ordenan los castigan al día siguiente sin trabajar y en consecuencia no ganan nada.
Los contratos son de 3, 6 y 8 meses “depende cómo te portes”. Si los regañan tienen que quedarse callados o “van pa´fuera”.
La lluvia
lo empeora
Contó que durante la temporada de lluvias “sufren demasiado” porque aún con tormentas siguen con las cosechas sin descanso y si faltan un día los castigan dos.
“Hasta me dan ganas de llorar por la gente; nos la pasamos lloviendo y trabajando y no hay descanso, si empieza el día lloviendo así vas a seguir, no nos dan protección, algo siquiera. No, dentro del agua, se junta el agua hasta de medio metro, en partes se tapa la planta y ahí andamos dentro del lodo, y todos los días”.
El migrante llamó a los actores políticos de Guerrero a poner atención a sus gobernados y si no lo pueden hacer en la entidad por lo menos se preocupen en los cultivos.
Corrida con
su bebé
Este fin de semana la joven Lorenza de la Cruz Nazario fue corrida del albergue del campo agrícola Ramillete, de Hidalgo, y durmió a la intemperie junto con su bebé de pocos días de nacido porque su esposo tuvo problemas al violar las reglas; ahora esa familia será expulsada y tendrán que regresar a Coatlaco, municipio de Cualác.
De acuerdo con uno de los jornaleros, el esposo de la mujer ingirió bebidas alcohólicas por lo que fue castigado con la cancelación de su contrato; la joven tenía 15 días de haber presentado la solicitud para regresar a trabajar después de parir, y estaba en espera de una respuesta.
“El encargado del albergue y los guardias la sacaron por la fuerza, la despojaron sin compasión, la echaron para afuera, se quedó afuera a dormir porque no tiene a dónde irse y sin liquidación, sin dinero, ahí amaneció afuera”, informó.
Luego de la expulsión de su esposo ambos acordaron que ella permanecería en los campos con su labor; sin embargo, ahora también fue expulsada. Gracias a la intervención de los compañeros podrá ser liquidada, pero se quedará sin trabajo.